En nuestra vida diaria y muchas veces sin darnos cuenta, estamos rodeados de personas que nos contaminan y puede ser en todos los ámbitos (familiar, social y laboral), en donde nos podemos encontrar a gente tóxica.
¿Qué caracteriza a la gente tóxica?
En primer lugar, identifiquemos las características que suelen tener las personas tóxicas:
- Se quejan de manera continua.
- Gritan y pierden los nervios con facilidad.
- Realizan críticas constantes que nunca son constructivas.
- Malhumorados, con lenguaje verbal y corporal negativo.
- Necesidad de contarte todos sus problemas, pero no escuchan y carecen de empatía.
- Por tanto, egocéntricos.
- Celosos, por supuesto en pareja, pero también puede darse con amistades y pertenencias a grupos.
- Tienden a alimentar rumores y hablar mal de otros.
- Tienes la sensación de estar siendo utilizado por ellas.
Como resumen podemos decir que son personas con las que, al interactuar, siempre nos sentimos mal.
La intensidad en la que nos afectan, vendrá dado por cuan tóxica sea esta persona y, sobre todo, por su proximidad y grado de influencia sobre nosotros. Es decir, como parece lógico, más influencia tendrá si es nuestra pareja, que si es un sobrino; y si es nuestro jefe directo peor que un compañero de otro departamento.
Una vez que nos ha intoxicado puede ocurrir que no nos podemos quitar a esa persona de la cabeza y repasamos una y otra vez nuestra relación con ella. Asimismo, podemos anticipar con ansiedad nuestro próximo encuentro.
Los síntomas físicos de las relaciones tóxicas
Estas son algunas de las consecuencias que puede conllevar el tratar con personas tóxicas:
- Dañan nuestra autoestima, nos hacen más vulnerables.
- Desciende nuestra sociabilidad. Al hacernos sentir tan incómodos, nos hacen evitar encuentros grupales en los que pudiera estar la persona tóxica; e igualmente si acumulamos malas experiencias, podemos caer en la generalización y ser menos sociales.
- Aumenta nuestro estrés.
- Nos ocupa tiempo. Tanto el que malgastamos directamente con las personas tóxicas, como el mucho que podemos pasar pensando en ellas.
- Incluso puede llegar a influir en nuestro sistema inmunológico.
Gestiona la presencia de las personas tóxicas en tu vida
Consejos sobre cómo lidiar con gente tóxica:
En primer lugar, debemos detectar si tenemos una relación tóxica e intentar evaluar cuanto nos afecta.
Este paso nos llevará al siguiente, en el que intentaremos construir una barrera emocional cuando nos tengamos que enfrentar a este tipo de personas. Es decir, en nuestros próximos encuentros ya iremos con otra actitud y no estaremos tan a merced de la persona tóxica. El ser conscientes nos va a facilitar el resto de estrategias a desarrollar.
Evitación: Si las circunstancias nos lo permiten, evitaremos a esas personas o intentaremos al menos reducir la frecuencia e intensidad de nuestros encuentros.
Asertividad: Debemos desarrollar nuestra asertividad, para no sentirnos invadidos por estas personas y saber ponerles límites.
¿Cuáles serían esos límites? Sencillo, cuando percibamos que nos hacen sentir realmente incómodos. “¡Hay que aprender a decir no!”.
Las personas tóxicas van a intentar aprovecharse de nuestro miedo al rechazo, a no caer mal, a no decir algo que pueda disgustar al otro, o incluso a ser agredidos.
Sin dejarnos llevar por nuestras emociones, o esperar a “explotar”, llegado el momento deberemos afrontar de manera serena pero firme nuestra situación con estas personas.
Mindfullness: Ejercitarnos en esta técnica del centrarnos en el aquí y ahora (que merece un artículo aparte), nos va a ayudar a dar una mejor respuesta a los diferentes estímulos y no reaccionar a trompicones.
Técnica espejo: En situaciones que seamos pasivos y estemos ante una persona agresiva, que avasalla, que grita, podemos puntualmente decir algo en su mismo tono, parafrasear sus comentarios más hirientes e intentarle hacer ver cómo se comporta con nosotros. Esto puede dar pie a una conversación constructiva, o como mínimo le habremos transmitido cuanto nos incomoda sus formas.
En todos los contextos, pero de manera más específica en el ambiente laboral, hay que intentar no entrar en lo afectivo y centrarse en tareas y datos objetivos y cuantificables.
A modo de conclusión, recomendamos un ejercicio de introspección para detectar que no estemos siendo nosotros tóxicos para otras personas y, sobre todo, en caso de sentirnos rodeados en diferentes contextos de múltiples personas tóxicas, los motivos por los que esto ocurre.
También podemos ser proactivos, buscando otros ambientes, contextos, otras formas de relacionarnos. Debemos reforzar y buscar encuentros con aquellas personas que te transmiten lo opuesto a la gente tóxica. No se trata de que “nos hagan la pelota”, o que nos den siempre la razón, tan solo personas que de alguna forma te enriquezcan, te escuchen, te aporten y que al verlas alejarse o al recordarlas, te brote una sonrisa de satisfacción.
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