Tratamiento psicológicos de secuelas en profesionales intervinientes en emergencias
Tratamos los estados traumatoides en el Centro de Psicología y Psiquiatría Manuel Escudero en Madrid y Online
¿Qué son los estados traumatoides?
Los intervinientes de una emergencia pueden sufrir secuelas psicológicas a consecuencia de una situación crítica en la que han tenido que intervenir. Estas secuelas psicológicas en los intervinientes, se denominan «Estados traumatoides».
Hay profesionales ( bomberos, médicos, enfermeras, policía y todos los intervinientes de emergencias) que pasan con frecuencia por situaciones conflictivas por sus condiciones laborales y que están entrenados y capacitados para ello.
Pero, en algún momento, puede ocurrir que, una situación en concreto, les sobrepase y supere los recursos psicológicos individuales de afrontamiento de situaciones traumáticas, entonces, el interviniente se ve fuertemente afectado, emocionalmente, por la situación critica.
Estos profesionales de emergencias pueden experimentar ansiedad, insomnio, estrés postraumático, fatiga u otros síntomas relacionados con la salud mental.
Los síntomas pueden condicionar su comportamiento y su rendimiento en el trabajo. En este caso, los profesionales pueden experimentar dificultades de seguir adelante y pueden necesitar la ayuda de un especialista para eliminar los síntomas derivados de la situación critica o estados traumatoides.
Primero, comencemos en explicar los diferentes tipos de víctimas que se catalogan en la psicología de emergencias.
Tipos de víctimas en situaciones criticas
Son tres tipos, víctimas primarias, secundarias y terciarias. Es importante saber que cada uno de ellos tiene un protocolo de actuación diferente. En este articulo se centra en las víctimas terciarias, pero antes se explica, de forma breve, cada uno de estos 3 tipos.
- Las víctimas primarias: son aquellas personas directamente afectadas por la situación crítica.
- Las víctimas secundarias: son los familiares y allegados de las víctimas primarias que, en algunas ocasiones, pueden sufrir los mismos síntomas y con intensidad similar que las víctimas primarias
- Y las víctimas terciarias: son los intervinientes en una situación crítica que, en muchos casos, se ven fuertemente afectados emocionalmente por la misma.
Thomas, R.B. y Wilson, J.P. (2004 – Issues and controversies in the understanding and diagnosis of compassion fatigue, vicarious traumatization and secondary traumatic stress disorder) clasificaron estos impactos psicológicos en su libro.
Explican que los daños emocionales que sufren los profesionales, que intervienen para prestar asistencia a las víctimas primarias en una situación crítica, tienen características muy similares a los síntomas traumáticos que presentan las víctimas primarias directamente afectadas por la catástrofe, es decir, son estados similares y muy próximos al trauma.
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Consecuencias psicológicas o los estados Traumatoides
Denominaron a estas secuelas psicológicas “Estados Traumatoides”, y son tres:
- Desgaste por empatía
- Traumatización vicaria
- Estrés traumático secundario
Desgaste por empatía
El desgaste por empatía se manifiesta más en forma de fatiga física y mental que en términos de sintomatología postraumática. Es la consecuencia psicológica resultante de asistir a aquellos que sufren las consecuencias de eventos traumáticos.
El deseo de ayudar, provoca una repuesta de estrés y una necesidad de comprender el sufrimiento de las víctimas primarias, que produce un efecto de identificación con la víctima, que poco a poco produce un desgaste físico y psicológico en los intervinientes, del cual y debido a la intensidad de su trabajo no tienen tiempo para reponerse adecuadamente.
Traumatización vicaria
La traumatización vicaria es el resultado del impacto acumulativo ocasionado por trabajar con personas traumatizadas.
Se produce una transformación de la experiencia interna y personal del profesional como resultado de la observación de las experiencias traumáticas de las víctimas. Este proceso prolongado en el tiempo provoca en los intervinientes el mismo trauma de las víctimas a las que están ayudando. Es un trauma producido por observación.
El efecto es acumulativo y se puede convertir en crónico si no se trata al interviniente. Los síntomas pueden ser, depresión, ansiedad, tristeza, angustia, desesperanza, cinismo, bloqueo o retraimiento afectivo y una sensación de aumento de la vulnerabilidad.
Un ejemplo cotidiano de un resultado de la observación de una experiencia de otra persona; si vemos alguien andando por la calle, va despistado y se da un golpe en la cabeza con la rama de un árbol, las personas que lo están observando bajan instintivamente la cabeza y dicen “uyyyy”. Esto es una respuesta automática del ser humano.
Estrés traumático secundario
El estrés traumático secundario presenta una sintomatología similar al trastorno de estrés postraumático. La respuesta del afectado implica miedo intenso, indefensión u horror en relación con una situación de amenaza para la víctima o de destrucción del entorno de la víctima.
Es decir, se produce una respuesta de estrés postraumático que puede ser crónica en el interviniente, porque vive con una gran angustia y de forma prolongada el trauma de las víctimas primarias.
Síntomas de impacto psicológico tras una situación crítica
En los Intervinientes se han descrito unos síntomas habituales de impacto psicológico tras una situación crítica, que son consideradas “normales” para la situación. Es frecuente y no patológico que un interviniente pueda sentir alguna de estas sensaciones, y no significa que presentarlos evolucionen hacia los estados traumatoides
Algunos de estos síntomas habituales son los siguientes:
- Síntomas Fisiológicos como fatiga, tensión, opresión en el pecho, dolor de cabeza o espalda, mareos, escalofríos, temblor, respiración entrecortada, etc.
- Síntomas Cognitivos como confusión, desconcierto, hipervigilancia, búsqueda de culpables, problemas para tomar decisiones, pensamientos intrusivos o recurrentes, disminución de la capacidad para solucionar problemas o para hacer razonamientos, falta de concentración o respuesta técnica deteriorada.
- Síntomas Afectivos por ejemplo, tristeza, culpabilidad, miedo, ansiedad, agitación, irritabilidad, cólera, aprehensión, comportamiento antisocial, shock o indefensión
- Síntomas Motores, como retraimiento, incapacidad de descansar, movimientos reambulantes, habla acelerada y balbuceante, alteración del apetito, consumo de alcohol o tranquilizantes.
Pero si estos síntomas son intensos y duraderos, ya no son normales y podemos estar sufriendo estados traumatoides que a su vez pueden derivar en estrés postraumático. Sobre todo si empiezan a mostrarse de forma intensa y persistente en el tiempo.
En caso que se presenten de forma intensa fenómenos como,
- Miedos y ansiedad.
- Revivir frecuentemente el acontecimiento.
- Aumento de la activación motora y cognitiva
- Conductas de evitación.
- Irritabilidad y enfado.
- Sentimientos de culpa.
- Depresión.
- Manifestar una imagen de sí mismo y una visión del mundo negativa.
es conveniente avisar a un especialista que proporcione el apoyo adecuado.
Proceso de apoyo a intervinientes
En este caso, el proceso de apoyo a los intervinientes se puede basar, entre otras metodologías, en las indicaciones de Enrique Parada (1998 : Manual de Psicología aplicada al salvamento y socorrismo), que comprende las siguientes acciones:
Primero, una reducción de la estimulación. Es preciso apartar al interviniente lo más posible de la situación crítica, de forma que su percepción visual y auditiva quede apartada del incidente.
A continuación se trabaja la aceptación de la crisis. En este punto se pide a la persona que hable de lo que ha estado haciendo en respuesta al incidente y las circunstancias que lo han rodeado. Es una forma de facilitarle hablar desde un plano racional.
Después de estas acciones, se puede ir fomentando que hable de cómo se siente. Esto lo hace desde un entorno más “seguro” y controlado, ya que esta apartado físicamente de la situación crítica y sus impactos emocionales.
Pero no hay que ventilar demasiado ni apartarle durante demasiado tiempo para que no caigan los mecanismos de defensa sanos que le sostienen y permitir que, estos, le puedan facilitar el seguir interactuando de forma sana con el entorno y que no se sustituyan por mecanismos de defensa neuróticos que podrían desembocar en un trastorno psicológico severo.
El siguiente punto es trabajar la comprensión de la crisis. Se escuchan sus manifestaciones de estrés o angustia y se enfatiza que son reacciones normales ante un hecho o circunstancias anormales.
Posteriormente se trabaja el afrontamiento. Se le comenta que es lo que le está ocurriendo y se discuten las acciones de afrontamiento a llevar a cabo a partir de ese momento.
Y por último hay que promover una restauración de capacidades básicas. En este punto se evalúa que las funciones psicológicas sean las adecuadas. Si es así, se permite que el interviniente vuelva a desarrollar sus tareas. Pero, si se considera que la vulnerabilidad de la persona se ha visto afectada a consecuencia de la situación, hay que intentar restablecer de forma rápida un binomio que establezca un vínculo emocional entre el interviniente y alguna persona con la que tenga confianza como alguien de la familia, amigos, un profesional de confianza, que le proporcione los recursos básicos y el cuidado y la seguridad necesarios que, en ese momento, es incapaz de autoadministrarse.
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Que NO hacer en situación de emergencia
¿Qué es lo que un interviniente en una situación crítica no tiene que hacer?
Por ejemplo:
- Tratar de inhibir o reprimir las emocionales normales, como aguantar las ganas de llorar que aparecen en situaciones inesperadas.
- Obligarse a seguir dando el 100% o, incluso, esforzarse hasta el 200% para “ponerse a prueba” o para comprobar que esta todo controlado y que no nos afecta.
- Aislarse de las personas cuando nos sentimos apáticos o sin ganas de relacionarnos.
- Negar, es decir, no hacer caso cuando muchas personas a nuestro alrededor nos dicen que nos notan cansados, alterados o afectados, o tratar de ignorar las consecuencias emocionales de la situación o los síntomas que estamos sufriendo.
- Descuidar hábitos sanos (sueño, alimentación, ejercicio, descanso, relaciones sociales)
- Proyectar el malestar fuera. Buscar continuamente personas culpables o actos malos en los demás para explicar por qué estamos alterados o irritables. Esta reacción nos vuelve incapaces de resolver los problemas que nos surjan, además de empezar a deteriorar nuestras relaciones.
- Automedicarse
- Consumir alcohol o tóxicos para compensar los síntomas que observamos
En general, estas actuaciones nos llevarán a:
- Tener más problemas emocionales según pase el tiempo.
- Perder la estabilidad y la seguridad que teníamos, y de las que quizá no nos dábamos cuenta: perder relaciones, actividades, autocuidados…
- No aprender a protegerse emocionalmente ante intervenciones críticas futuras, es decir, perpetuarse en el riesgo, y
el problema emocional seguirá ahí sin resolverse, cronificandose y con una probabilidad cada vez menor de mejorar.
Factores de protección para evitar estados traumatoides
Ahora exponemos, brevemente, que aspectos hay que tener en cuenta, para que sirvan como factor de protección ante la aparición de estados traumatoides.
A nivel individual hay que:
- Mantener la autoestima alta
- Tener una idea clara de porque estamos haciendo lo que estamos haciendo y que es lo que vamos a conseguir con todo nuestro trabajo
- Si eres creyente no olvidar las Creencias espirituales o la fe
- Mantener una motivación fuerte de ayudar a los demás junto con un firme esquema de valores
- Tener una capacidad de introspección que nos permita la autoregeneración emocional
- Tener motivación por recuperar nuestra actividad habitual cuando pase la situación critica
- Mantener hábitos sanos y cuidados personales
- Recordar experiencias previas de situaciones traumáticas solucionadas con éxito
- Muy importante, mantener relaciones sociales de apoyo en el grupo de intervinientes
- Percibir que somos eficaces en nuestra tarea (trabajo, formación, experiencia)
- Mantener el Optimismo y el Sentido del humor
- Ser responsables pero no hiperreponsables
- No ser rígidos, y trabajar la flexibilidad cognitiva y emocional
- Ser capaces de desarrollar vínculos personales estables
- Tener capacidad de afrontamiento
- Tener actitud positiva ante la posibilidad de tener que “ser cuidado” por otros
- Tener una autoevaluación positiva independiente del medio hostil en que nos encontramos
- Tener capacidad de iniciativa
- Ser creativo para el afrontamiento de situaciones
- Mantener un contacto o colaboración posterior, dentro la posibilidad, con las víctimas
Por parte de la organización es importante;
- Mantener un apoyo a los intervinientes profesionales, manteniendo buenas condiciones laborales
- Cuidar la calidad de las comidas como medio de mantener una moral alta
- Mantener un programa serio y claro de salario emocional, pues los intervinientes en ese momento no prestan atención a motivaciones económicas
- Proporcionar apoyo social en el grupo de intervinientes garantizándoles que sus familias o seres queridos están siendo atendidos en todo momento
- Garantizar una comunicación continua con sus familiares y seres queridos que sirvan como soporte y apoyo emocional
- Tener un reconocimiento externo de habilidades y éxitos
- Ofrecer oportunidades para el desarrollo de destrezas personales
- Ofrecer formación para la identificación y el afrontamiento, en uno mismo y en los compañeros, de las señales de malestar emocional
- Proporcionar asistencia psicológica profesional dentro de los protocolos de actuación
Y recordar a los organizadores, algo que mi experiencia en intervención de situaciones críticas y entornos laborales me ha demostrado; las personas toleran bien trabajar en situaciones duras e incluso toleran un trato duro pero no toleran ni el maltrato, ni tratos injustos, eso provoca mal ambiente y aparición de patologías traumáticas, irritabilidad y desmotivación.
Para terminar, según mi experiencia, es tan importante cuidar a los intervinientes, como a las víctimas primarias o secundarias. Los protocolos de intervención sobre los profesionales tienen que estar estandarizados y ser obligatorios en todas las operaciones, tanto a nivel individual proporcionando formación, apoyo psicológico o terapia como a nivel grupal, organizando grupos de defusing o debriefing de forma sistematizada y obligatoria.
De esta forma conseguiremos que las intervenciones mantengan los estándares de calidad y eficacia requeridos en esas situaciones límite.
El Centro Manuel Escudero recomienda:
Mi recomendación a aquellos intervinientes especialistas que manifiestan problemas por desgaste emocional, de recuperación emocional a causa de intervenciones o estados traumatoides que les resulten limitantes en su vida, es que se pongan en manos de un especialista que les ayude a superar y eliminar las secuelas psicológicas y emocionales derivadas de intervenciones criticas.
Es muy importante cuando se empieza un tratamiento, evitar la conducta de abandono personal y terapéutico. Este abandono supone un riesgo importante de padecer un incremento de conductas autodestructivas como dejadez física, lo que supone una cronificación del trastorno y un agravamiento del cuadro clínico al añadir nuevas patologías, lo que produce una merma importante en la calidad de vida.
No hay que desanimarse durante el tratamiento, hay que continuarlo y ser persistente. Al final, el trastorno remite y se puede recuperar una notable salud psicológica y una mejor calidad de vida.
Un tratamiento integral y trabajar la aceptación y la gestión personal de la crisis, beneficiará la salud psicologica y la calidad de vida del paciente.
En el Centro Manuel Escudero recibirás atención personalizada y un tratamiento a tu medida para tratar las secuelas emocionales o estados traumatoides.
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