Efectos de la culpa, para que sirve y por qué nos sentimos culpables.
Nuestros pensamientos nunca paran, están siempre en movimiento, analizando situaciones, resolviendo problemas o reestructurándose a sí mismos.
De esta actividad constante, si no la gestionamos correctamente, pueden surgir algunos sentimientos disfuncionales que nos pueden hacer sufrir, como el sentimiento de culpa.
Este puede aparecer cuando, por ejemplo, pensamos acerca de un evento del pasado que creemos podíamos haber hecho mejor o, que de haber actuado diferente, hoy todo sería diferente. Si pensamos de esta manera surge el sentimiento de culpa, que nos lleva a sentirnos responsables directos de un daño que creemos irreparable y que, además, hubiéramos podido evitar.
Cuando el sentimiento de culpa gana terreno en nuestra realidad emocional, nuestro presente resulta dañado por un error pasado que nos ancla impidiéndonos avanzar y nuestra calidad de vida se resiente, ya que este sentimiento nos hace sufrir o sentirnos incomodos.
¿Somos capaces de lidiar con la culpa? o ¿Cómo podemos gestionar el sentimiento de culpa?
Encuentra la respuesta a continuación.
¿Para qué sirve el sentimiento de la culpa?
¿Cuál es la funcionalidad de la culpa? Los sentimientos se generan en nosotros para cumplir alguna función. A veces es para hacernos conscientes de algo, otras para reflexionar, algunos nos alegran y otros simplemente nos hacen sufrir, como el sentimiento de culpa.
Una vez que se detona en nuestras emociones, la culpa nos hace sentir cada vez peor.
La culpa proviene de un error de procesamiento, ya que un pensamiento sano, ante cualquier situación la analizaría con el objetivo de aprender y, en todo caso, corregir aquello que no se ha realizado correctamente. Sin embargo, si procesamos de forma errónea, exigiéndonos y juzgándonos a nosotros mismos, no estamos analizando correctamente, sino que disparamos el sentimiento de culpa.
Al juzgarnos y sentirnos responsables de un daño que pensamos que no podremos reparar jamás, bloqueamos nuestra capacidad de reflexionar de forma sana acerca de nuestro proceder. Así que no se produce un proceso sano de aprendizaje que nos desarrolle como personas, sino el sentimiento de culpa que es un sentimiento que nos hace sufrir, por lo que debemos trabajar en ella para neutralizarla.
¿Por qué sentimos culpa?
Gran parte de la responsabilidad de que sintamos culpa radica en la cultura familiar, nuestros rasgos de personalidad y nuestra educación.
Una de los orígenes de la culpa es la educación que recibimos. A medida que crecemos, cuando se nos enseña la diferencia entre el bien y el mal y se espera, e incluso se nos exige, que actuemos de forma correcta. Si esto se hace mal por parte de nuestros educadores, estas exigencias pueden llegar a convertirse en una obligación internalizada.
Por ejemplo, cuando hacemos algo mal, cae sobre nosotros una lluvia de recriminaciones como: “por tu culpa…” y “tendrías que haber…”. Estas recriminaciones las hacemos nuestras, las automatizamos y como consecuencia, sentimos de forma constante el sentimiento de culpa.
La culpa se genera también cuando los demás nos hacen responsables de sus errores, miedos y fracasos y nosotros aceptamos ser responsables de las elecciones y equivocaciones de los demás.
Otro camino hacia la culpa es cuando realmente hacemos las cosas mal, y nos exigimos haberlo hecho de otra manera.
La culpa también nace cuando nos equivocamos como consecuencia del desconocimiento, de la prisa, de actuar antes de pensar y de subestimar las consecuencias de nuestros actos.
Afortunadamente, existen diversas herramientas para gestionar el sentimiento de culpa.
¿Cómo acabar con el sentimiento de culpa?
- Analiza tu grado de culpabilidad: para ser responsable de algo (nunca culpable), debemos haber actuado de forma directa sobre ese hecho. Si nuestra intervención es indirecta, no hay responsabilidad de nuestra parte.
Pongamos el ejemplo de una pareja que se separa y uno de los dos entra en una depresión, que termina ausentándose del trabajo hasta que finalmente pierde su empleo. Una reacción normal en un caso tal, es que esta persona culpe a su ex pareja por haber sido despedida. Sin embargo, no tuvo nada que ver con el despido, ya que solo estuvo en su vida hasta el momento en que decidió separarse. Si la persona hubiera sido más resiliente o si, al tener problemas depresivos hubiera recurrido a ayuda profesional psicológica, probablemente las consecuencias de su depresión no hubieran sido tan graves. La otra pareja no se tiene que sentir responsables por las acciones, por las decisiones o por las negligencias de su anterior pareja.
- Enmienda el error: seguramente hay algo que puedes hacer para compensar el daño por el que has sido responsable. Habla con la persona damnificada y ofrécele tu ayuda para enmendar o mitigar los perjuicios que has ocasionado.
- Discúlpate: es verdad que cuando lo único que queda por hacer es disculparse, quiere decir, que todo lo demás está perdido. No obstante, para la persona dañada no es lo mismo una actitud indiferente de parte de quien la perjudicó, que alguien que, con humildad, ofrece sus más sinceras disculpas. Una vez que veas cómo tus disculpas son aceptadas, la consecuencia directa es sentirte mejor.
- Identifica la función de la culpa: lo que a ti te va a beneficiar de este sentimiento es la lección que vayas a aprender. En vez de martirizarte con un sentimiento que no lleva a ningún lado, identifica qué es lo que la culpa tiene que enseñarte.
¿Debes ser más discreto la próxima vez? ¿Necesitas sopesar el poder de las palabras antes de decirlas? Tal vez te beneficies de ser más directo a la hora de hablar para así evitar malentendidos.
¿Por qué debo gestionar el sentimiento de culpa?
Una vez que la culpa desaparece de tu vida, dejas de sentirte condicionado por muchas situaciones que pueden hacerte sufrir o anclarte en el pasado y puedes vivir plenamente el presente, de modo que puedes seguir avanzando hacia el porvenir y disfrutar de cada momento del ahora.
Si logras hacer desparecer el sentimiento de culpa tendrás una mayor madurez y un criterio mucho más realista a la hora de actuar e interpretar las consecuencias de tus actos y, por supuesto, dejaras de sufrir por cosas irrelevantes y se incrementara tu calidad de vida y la calidad de tus relaciones.