El psicólogo matrimonial, al principio, tiene ante todo la función de mediador estratégico entre ambos miembros de la pareja para ayudar a desenredar los muchos malentendidos y problemas matrimoniales que se han acumulado con el paso del tiempo.
Por eso, es importante que el psicoterapeuta entienda las causas de los problemas de la pareja como los problemas de comunicación, el malestar emocional que han derivado en una crisis o la vulnerabilidad emocional. También es necesario evaluar los puntos fuertes de la pareja ya que son esenciales para alcanzar los objetivos establecidos en la terapia.
Las sesiones con el psicólogo, se suelen trabajar en conjunto, pero a veces se necesita una sesión a solas con cada uno de los miembros de la pareja. Esta estrategia es conveniente para entender el punto de vista sobre la relación de cada uno por separado, evitando la contaminación o coacción del otro conyugue.
Esa estrategia se valora de forma personalizada según las necesidades de cada uno. Se puede optar de realizar alguna sesión por separado, o bien durante el mismo tiempo de la sesión se destina un tiempo para cada uno.
No obstante, para que una terapia de pareja sea efectiva, se necesita la voluntad, el compromiso, las ganas y el esfuerzo de ambas personas, para que la relación vuelva a funcionar.
Aquí está en juego lo que realmente desean las parejas, algunas están muy comprometidas con el proceso, otras vienen “medio” obligadas y con una actitud negativa frente a la terapia y acceden a hacer una terapia, no porque crean en ella, sino por demostrarle a su marido o mujer, que ellos estaban dispuestos a intentarlo todo.
En el caso que la decisión de la separación es irreversible, el psicólogo matrimonial puede ayudar a negociar una separación menos traumática.