El Síndrome del Impostor: Consecuencias Psicológicas y Cómo Superarlas

El Síndrome del Impostor: Consecuencias Psicológicas y Cómo Superarlas

Redactado por Javier López Pacheco – Psicólogo Sanitario

 

¿Qué es el Síndrome del Impostor?

El síndrome del impostor es un fenómeno psicológico en el que las personas dudan de sus logros y temen ser expuestas como un “fraude” a pesar de su competencia y relativo éxito. Viene de la “exageración” de un sentimiento humano universal que emerge del coloquial dicho “no dormirse en los laureles”.

Este sentimiento, como cualquier otro, tiene un sentido adaptativo y deseable en ciertas circunstancias y siempre y cuando no suponga un sufrimiento frecuente o demasiado intenso.

Por ejemplo, en el contexto laboral, es necesario tener un ojo puesto en valorar, de vez en cuando, si lo que uno hace, es adecuado o no y si debe reciclarse. En la relación de pareja, si uno está cuidando adecuadamente a su compañero o compañera sentimental. Y en el deporte, en el arte o en los hobbies, si uno puede dar más de sí o no.

 

¿Cuándo el Síndrome del Impostor se Convierte en un Problema?

Es común que muchas personas, al comenzar un nuevo trabajo o enfrentar un reto personal, aunque su progreso sea adecuado, sientan que no es suficiente, que los demás esperan más de ellos, y teman que «se van a dar cuenta» de que no están cumpliendo con todas las expectativas. Sin embargo, cuando esta sensación persiste en el tiempo, puede convertirse en un problema que impide tanto el progreso como el disfrute de los logros alcanzados.

Habitualmente el síndrome del impostor se mantiene por un “mal entendimiento” de la “cultura del esfuerzo”. Todos hemos recibido mensajes que tienen que ver con: “no te lo creas mucho”, “si te confías las cosas pueden ir mal”, “o progresas o estas fuera” …

Y en la historia de nuestro país, especialmente en el período de posguerra, época en la que España necesitaba reconstruirse, estos mensajes tenían especial sentido, y las generaciones educadas en ese período vivieron esta “motivación” con cierta frecuencia.

 

Impacto de la Crítica y la Exigencia en el Síndrome del Impostor

Desde esta mentalidad, nos es familiar conocer personas cuya educación se basa en la crítica/exigencia como manera de motivar para conseguir éxito, y, por tanto, cuanta más crítica y exigencias mejores resultados (esa es su lógica).

Sin embargo, como muchos pensamos, esto no es del todo sensato, y si la exigencia es excesiva, podemos caer en mensajes que nos hunden y quitan las ganas de seguir cumpliendo metas.

 

Perfil de las Personas Propensas al Síndrome del Impostor

Las personas más propensas a vivir esto son aquellas cuya cultura familiar se identifica con estos mensajes y con un perfil de personalidad obsesivo, tendente a experimentar emociones negativas como la culpa, con un autoconcepto negativo (baja autoestima) y con un pasado de no cumplir las expectativas de padres o profesores independientemente de la capacidad real de la persona.

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Consecuencias Psicológicas del Síndrome del Impostor

Entre las consecuencias para la psique que este fenómeno tiene se encuentra:

  • la baja autoestima, derivada de no creerse los logros y utilizar un lenguaje peyorativo hacia uno mismo;
  • la irascibilidad que subyace a la tristeza que nos genera la espiral de negatividad y fracaso percibido; y
  • la frustración del cruce de sentimientos entre el enfado con uno mismo por decirnos a nosotros mismos no ser suficientemente buenos y la tristeza por creérnoslo.

La frustración es uno de los sentimientos a través de los cuales se perpetúa este síndrome, puesto que somos víctimas y verdugos al mismo tiempo.

Autoestima y Síndrome del Impostor

Por un lado, somos responsables del malestar y los mensajes negativos que nos damos (aunque no los controlemos); por otro, los sufrimos nosotros mismos y queremos deshacernos de ellos. En el fondo de nuestro ser creemos que de alguna manera merecemos los éxitos.

Así, conviven en nosotros dos posturas: creer que merecemos nuestros logros y pensar que no. Con el síndrome del impostor, generalmente gana la idea de que no merecemos los logros.

Síndrome del Impostor y Humildad: Diferencias Clave

Por otra parte, se vincula este síndrome con la humildad. La humildad es una cualidad positiva que tiene que ver con no creerse mejores de lo que realmente somos, luego tiene cierto paralelismo con el síndrome del impostor.

En términos generales, la diferencia entre humildad y síndrome del impostor tiene que ver con el sufrimiento. Mientras que la humildad auténtica no provoca malestar, una humildad mal entendida, como la que caracteriza al síndrome del impostor, sí lo hace.

La humildad mal entendida también tiene un origen cultural que no es objeto de este escrito. Y tiene que ver con prevenir de la arrogancia, que tiene paralelismos con la variable de personalidad “narcisismo”.

En conclusión, la humildad tiene que ver con mensajes como el esfuerzo, el reconocimiento del valor de los demás, el realismo hacia uno mismo, la compasión ante el fracaso propio y el de los demás…

Ninguno de los mensajes derivados de este valor es dañino, y por supuesto no es incompatible con reconocer los propios éxitos de la misma manera que reconocemos los de los demás.

La humildad nos humaniza, mientras que el síndrome del impostor nos coloca por debajo de los demás y de la realidad de nuestros logros.

 

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El Papel de las Redes Sociales en el Síndrome del Impostor

Asimismo, las redes sociales también pueden jugar un papel importante en este síndrome. Y es que, haciendo referencia a la comparación con los demás que mencionábamos antes, el síndrome del impostor puede tener que ver con las expectativas profesionales o personales excesivamente altas.

En estas expectativas, las publicaciones en las que solamente posteamos los éxitos laborales, “agrandamos” nuestros perfiles exagerando las funciones del último puesto que hemos tenido o empleamos términos en inglés que parece que dan más caché a tareas simples y tradicionales; pueden generarnos un “yo ideal” demasiado perfecto y consigamos lo que consigamos, puesto que inevitablemente construimos nuestra identidad en función de los demás, nos resultará insuficiente.

 

Estrategias para Superar el Síndrome del Impostor

Para abordar las consecuencias del síndrome del impostor, es fundamental considerar varios aspectos clave:

  • Analizar cómo me han influido y motivado mis profesores y familia,
  • evaluar si en el pasado he tenido experiencias de fracaso,
  • reflexionar sobre mi capacidad de hacer las cosas y mi autoestima

De esta manera, al identificar las causas del malestar podemos empezar a poner remedio, lo que implica ser más realista con uno mismo y cambiar el diálogo interno. Empezar a ser compasivos con nosotros y ser nuestra propia fuente de validación y éxito, relacionándonos con personas que también compartan una visión positiva de nosotros.

 

La Importancia de la Terapia para Tratar el Síndrome del Impostor

Cuando padecemos este cuadro, es recomendable acudir a terapia para revisar la estructura de personalidad, el pasado y la manera de verse a uno mismo y de ver la vida.

Puesto que como mencionamos antes, estos síntomas son fruto de creencias familiares, aspectos del pasado, atributos psicológicos, que merecen ser revisados de tal manera que no nos estén afectando a más aspectos vitales y no seamos conscientes del todo de ello y para que el síndrome nos sirva como el “piloto que se enciende en un coche” y sea ese indicador para pedir ayuda y realmente experimentar una mayor satisfacción mental global.

Terapia para Gestionar el Síndrome del Impostor

La psicoterapia puede ser sumamente efectiva, ya que permite explorar y modificar las creencias negativas sobre uno mismo. Un terapeuta puede ayudar a identificar las raíces de estos sentimientos, como las experiencias de la infancia o los mensajes culturales internalizados.

A través de técnicas como la terapia cognitivo-conductual, se pueden desafiar y cambiar patrones de pensamiento negativos, aprender a reconocer y celebrar los propios logros, y desarrollar una autocompasión más saludable.

Además, la terapia proporciona un espacio seguro para expresar y procesar emociones, lo que puede ser crucial para disminuir la intensidad de los sentimientos de impostor y aumentar la autoestima y la confianza en uno mismo.

 

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