Tipos de fobias y miedos más comunes

Si al observar que una araña de tamaño similar a una mano humana se abre paso a lo largo de tu pierna y una sensación intensa te invade ante la preocupación de ser picado, estás ante un miedo. En cambio, si un arácnido conocido popularmente como patona, debido a su imperceptible cuerpo y largas patas del grosor de una aguja, y el pulso se te acelera a la vez que un grito sale de tu boca, estás ante una fobia.

Los miedos y las fobias tienen sus puntos de contacto, ya que se manifiestan a través de la misma sensación, lo que los diferencia es la intensidad y el grado de amenaza real existente. Mientras que el miedo es una sensación que nos alerta ante un peligro real, la fobia es un trastorno psicológico que nos hace reaccionar de manera exagerada e irracional ante algo en concreto, que nos hace experimentar y manifestar síntomas vinculados a la ansiedad.

Por lo que se desprende que el miedo es aprendido, mientas que la fobia es innata.

A continuación, explicaremos las fobias y miedos más comunes a los que podemos enfrentarnos.

Miedos y fobias que nos alejan de lo que nos gusta

Principales tipos de fobiasUna de las grandes desventajas de los miedos y de las fobias es que nos alejan de aquello que nos gusta. Por ejemplo, la fobia a las arañas nos impide irnos una semana de acampada, ya que el terror a encontrarnos con el objeto de nuestra fobia es más fuerte que el deseo de pasar unos días bajo las estrellas. Por otro lado, cuando el miedo a volar va más allá del temor esperable ante el hecho de encontrarnos en una cápsula a cinco mil pies de altura desafiando la gravedad, nos lleva a no viajar a destinos a los que no se puede acceder por tierra.

Por lo tanto, un miedo o una fobia van más allá de una sensación momentánea. Los más comunes a los que nos podemos enfrentar son:

Claustrofobia:

El miedo extremo a encontrarnos en un lugar cerrado se denomina claustrofobia. Si bien algunas personas manifiestan esta fobia debido a haber sido secuestrados o encerrados asiduamente a modo de castigo cuando eran pequeñas, otras simplemente son testigos de cómo la fobia se va apoderando de sus vidas sin que sean capaces de detenerla. El gran problema de la claustrofobia es que tiende a ser subestimada, por lo que las consultas psicológicas al respecto son escasas en relación a la cantidad de víctimas que esta tiene. Al evitar el camino de la ayuda profesional, las personas tienden a evitar situaciones de encierro, lo cual implica no hacerse estudios médicos, tales como resonancias magnéticas; subirse al autobús para ir a trabajar o desempeñar funciones en un lugar pequeño. De este modo, las decisiones de la persona claustrofóbica se van ajustando a su condición, haciendo que su vida vea acotarse sus posibilidades cada vez más. La explicación psíquica de la claustrofobia reside en que la percepción del espacio resulta distorsionada. Es decir, una persona claustrofóbica ve el espacio que la rodea de forma más pequeña de la que es en realidad. Sin embargo, un tratamiento profesional puede devolverle al paciente la percepción correcta de los espacios.

Hipocondría:

Esta fobia es peligrosa porque se puede convertir fácilmente en una obsesión. Se trata de manifestar una fuerte ansiedad ante el miedo irracional a padecer enfermedades. La persona hipocondríaca magnifica cualquier cambio en su cuerpo, sea este interno o externo, e intenta atribuirle una enfermedad grave a su aparición. Por ejemplo, si detecta un lunar enseguida cree que es cáncer y si siente antojo de comer algo dulce se angustia al creer que tiene diabetes. Otro de los peligros de la hipocondría es que se trata de una fobia alimentada con estímulos internos. Es decir, no podemos mirar para otro lado, tal como hacemos en el caso de la fobia a las arañas, sino que se nutre de forma constante de los pequeños cambios que se generan en nuestro cuerpo. La hipocondría lleva a quienes la padecen a entrar en un círculo vicioso, ya que al estar constantemente pendientes de la sensación que nos preocupa, esta se intensifica al cobrar tal magnitud en nuestra mente.

Miedo a volar

Cuando la simple consciencia de que todo vehículo puede sufrir un accidente se traduce en sudoración, palpitaciones, confusión y tensión muscular, estamos ante un miedo irracional a volar. Quienes padecen de esta condición, no solo experimentan el miedo al subirse al avión, sino que este los acompaña en toda la etapa previa. Es decir, desde que empacan hasta que se presentan en el mostrador del check-in, la sensación de ansiedad y de angustia puede ser paralizante. Un dato nada menor del miedo a volar es que puede ser la punta del iceberg de otras fobias, tales como la agorafobia, la claustrofobia o la acrofobia.

Miedo a las alturas – acrofobia:

La acrofobia no es lo mismo que el vértigo, tal como la creencia popular nos lleva a pensar. El vértigo es una sensación de mareo muy específica ante una falsa sensación de movimiento. Si bien la acrofobia puede incluir vértigo, no se reduce a este. Estamos ante la presencia de la acrofobia cuando sentimos un miedo irracional a observar un paisaje desde un punto alto, cuando nos subimos a un rascacielos o cuando nos asomamos a una ventana. Como todas las otras fobias, es impeditiva, por lo que obstruye el desarrollo normal de nuestra vida. Las personas que la sufren, pueden llegar a ser víctimas de un ataque de pánico al encontrarse en un punto alto.

Las fobias suelen surgir ante la imposibilidad de dejar de pensar en algo que puede representar un peligro moderado, lo cual nos lleva a transformar ese pensamiento en el centro de nuestra vida. En Centro Manual Escudero recibirás atención personalizada y tratamientos de forma multidisciplinar para tratar de forma efectiva la fobia que te impide vivir plenamente.

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  • Melisa
    Responder

    Hola,me llamo Melisa,soy Argentina. Hace un tiempo que me intereso e informo sobre educación emocional. Disfruto leerlos, me enriquecen.!!Nuevos paradigmas, para la educación!!

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